Relacionados con este concepto, se utilizan otros como la huella de carbono o la huella hídrica, ambos basados en la idea del ACV pero aplicándolo a un único aspecto medioambiental, es decir, que analizan únicamente el impacto sobre el balance de CO2 o sobre el balance hídrico, respectivamente.

En nuestro campo, este tipo de análisis permite comparar, desde un enfoque medioambiental y de una manera fiable, diseños alternativos de sistemas de depuración considerando toda su vida útil, siendo una de sus principales ventajas el hecho de que permite CUANTIFICAR tanto el uso de recursos (materias primas y energía) como las emisiones al entorno, lo que permitirá identificar los puntos débiles y facilitará el desarrollo de estrategias de mejora.

Sin embargo, una de las dificultades que presenta la aplicación de este concepto es la necesidad de disponer de una extensa base de datos o inventario del impacto ambiental de todos los recursos y emisiones aplicables en cada caso, así como la selección de unos indicadores adecuados y de modelos para cuantificar el impacto que permitan una fácil interpretación de los resultados obtenidos.